Unos días atrás asistí a la 5ta Conferencia del Great Place to Work Institute, donde representantes de empresas de toda magnitud, desde Telefónica (Movistar), Yanbal, Banco Bolivariano, ASEVIG (empresa que brinda servicios de seguridad), entre otras,  exponían las  iniciativas, unas ya comunes en el mundo organizacional y otras muy originales que han hecho de tales empresas un gran lugar para trabajar.

En estos ambientes de trabajo se logra el desarrollo de dimensiones fundamentales en la fidelización de los colaboradores, tales como la Credibilidad, Respeto, Imparcialidad, Orgullo, Camaradería, entre muchas otras que no requieren de gran inversión y cuyos beneficios lo superan ampliamente.

El instituto evalúa y reconoce en una noche muy festiva y llena de algarabía a las empresas  ganadoras como los mejores lugares para trabajar en función de los mejores puntajes alcanzados en los atributos antes mencionados.

La experiencia ha señalado que la permanencia del espíritu de estos ambientes de trabajo depende de una gran capacidad de innovación cada año, dado que si las iniciativas no cambian los colaboradores pierden interés cuando estas se repiten, independientemente del valor que representen.  Pero no solo la capacidad de innovación, el sincero esfuerzo y compromiso de la alta dirección es suficiente, quizá lo más importante es que el mejor lugar para trabajar lo hacemos cada uno de nosotros.  Para ello tenemos que buscar siempre hacer lo que más nos gusta, entonces la pregunta que requiere una respuesta sincera y a veces dura es ¿estamos haciendo lo que más nos gusta en el trabajo?  Esto es un requisito vital dado que cuando hacemos lo que nos gusta perdemos la dimensión del tiempo, los esfuerzos pueden ser muy grandes pero lo hacemos más livianos, la energía nos parece inagotable, sentimos una profunda identificación y compromiso con la Organización y en fin se combinan una serie de sensaciones que favorecen a nuestra inteligencia emocional y social, lo cual contribuye a la generación de mejores relaciones de trabajo derivándose en un ambiente armónico y agradable.  Pero, hacer lo que más nos gusta implica hacer lo correcto en el puesto correcto y en el momento correcto.  Este último principio tiene grandes implicaciones en el colaborador y la empresa que van desde las condiciones locativas del puesto de trabajo, lo emocional, la salud mental y psíquica de la persona, empezando por un diagnóstico acertado del perfil del candidato. Estudios de Gallup indican que solo el 14% de las personas ocupan el puesto correcto, lo cual comprende que se encuentran física y emocionalmente en sus puestos de trabajo enfocados a resultados, el 70% se encuentran físicamente en el puesto de trabajo pero emocionalmente ausentes.

A más de ello, cada día tenemos “momentos de encuentro” con nuestros compañeros de trabajo, donde tenemos la gran oportunidad de convertirlos en momentos duraderos: el saludo con atención y amabilidad, la escucha atenta y con sincero interés, son detalles tan sencillos de nuestra interrelación que la “rutina, el cansancio y el compartir los mismos espacios cada día” han afectado la calidad de los mismos.  Por lo tanto, un buen ambiente de trabajo está compuesto por una serie de momentos agradables generados desde nosotros hacia los demás y este es mayor si conseguimos generar ese cambio desde los demás hacia toda la Organización.

El modelo holístico de la felicidad-MHF, de CORE, para crear un entorno felíz en el trabajo, considera estos y otros aspectos de las dimensiones humanas para convertir a nuestra empresa en el mejor lugar para trabajar.

¡Que tengan una semana exitosa y agradable!